Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 138, diciembre 2023, pp. 97-101
ISSN 0326-7806 (edición impresa) - ISSN 1852-7213 (edición en línea)
Artículo de opinión
A 50 años del golpe de Estado en Chile. Memoria y olvido
*
César Ross
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Obertura
Revisar y revisitar este pasado es un ejercicio muy duro para quienes vivimos el golpe y la
Dictadura, implica un ejercicio de desprendimiento y de abstracción, cuyos alcances son
relativamente limitados. Nos impone pensar en ese pasado y reflexionar acerca de cómo lo
pensamos.
1. ¿Cómo pensar la memoria y el olvido?
Parafraseando el conocido libro de Paul Ricoeur (1913-2005), titulado “La memoria, la historia
y el olvido” (Ricoeur, 2008), para esta presentación elegí dos conceptos que están en los
extremos de las posibilidades que nos permiten estos 50 años: memoria y olvido. Es una
provocación y es un punto de partida.
1.1. Memoria
Acerca de la memoria, Ricoeur plantea que es preciso preguntarse: de qué hay recuerdo y de
quién es la memoria.
Ricoeur, opta por la primera (de qué), asumiendo que la opinión mayoritaria se inclina hacia las
víctimas, muchas veces vistas como individualidades que recuerdan.
Sin embargo, su mayor interés por la comprensión social de la memoria le impulsa a
preguntarse por la memoria colectiva, como una expresión de lo común. Ello, a su vez, pone el
acento en qué se recuerda, más que en quién recuerda.
Por cierto, el énfasis en qué no diluye la autoría de la memoria, sino que la pone en un segundo
plano de observación, para recolectar los fragmentos de memoria un poco más alejados de la
emoción subjetiva y más agrupados en base a sus características comunes. Se trataría de un
esfuerzo de abstracción para elaborar un tipo de generalización capaz de representar a una
porción mayor de personas.
La interacción entre qué se recuerda y quién recuerda, nos plantea un dilema teórico-
metodológico mayor, referido a cómo se recuerda.
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Estas breves notas, son la base de la presentación que hice el 27 de septiembre de 2023, en el marco de
los 50 años del golpe de Estado en Chile y gracias a una afectuosa invitación de la Dra. Miryam Colacrai,
quien dirige la Cátedra Chile, en la Universidad Nacional de Rosario.
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Profesor Titular de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), Investigador del Instituto de
Estudios Avanzados (IDEA). Profesor y magíster en Historia, doctor en Estudios Americanos (mención
Relaciones Internacionales)
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La pregunta de cómo, no puede ser abordada desde una sola disciplina, sino que desde muchos
lugares, habida cuenta la naturaleza compleja de la memoria dispersa y fragmentada que se
busca rescatar, casi como un esfuerzo por combatir la noción de “imaginación”, también
considerada por Ricoeur, que podría ocupar el lugar de una memoria borrosa e incompleta, que
se podría terminar constituyendo, creativamente y arbitrariamente, en un ejercicio disociado de
la historia, en cuanto pasado, hechos pasados o “res gestae”.
La pregunta de cómo, en rminos teórico-metodológicos implica, como siempre en la Historia
(disciplina), muchas decisiones respecto de la ponderación de los hechos y las voces que hablan
de ellos. Del mismo modo, un examen profundo de la noción de “verdad” imprescindible en
cualquier opción de pensamiento acerca del pasado.
1.2. Olvido
El olvido, por su parte, es siempre una experiencia asociada a la pérdida de una memoria, de un
registro del cual teníamos conocimiento o al menos una noción.
Olvidamos porque nuestra memoria se ha deteriorado, porque no somos capaces de retener un
dato o una imagen pretérita. En este sentido el olvido siempre ocurre después de la memoria.
El olvido, también, puede asumir la forma de un dispositivo para borrar los eventuales rastros de
una memoria incómoda. El “dispositivo olvido” actúa sobre la memoria colectiva con
propósitos deliberados.
Pero ¿cómo opera el “dispositivo olvido” en términos específicos?: de varias formas, pero
principalmente de dos: omitiendo menciones de la memoria incómoda y elaborando una contra-
memoria que anule o modifique la memoria incómoda.
La consecuencia esperable de estas omisiones y contra-memorias, es la reacción opuesta,
creándose una contienda de suma cero, donde no es posible escucharse ni escuchar a los
contendores.
1.3. La no-memoria
El olvido también puede asumir la forma de una “no-memoria”, de un vacío, de la nada, de lo
que no existió. ¿Cómo podría ser esto?
Entre memoria y olvido, entre víctimas y victimarios, existe un espacio, un lugar habitado por
quienes no participaron activamente de esta historia (tragedia o epopeya), de habitantes que más
que actores secundarios, jugaron el rol de escenografía, de trasfondo, de paisaje, casi de
naturaleza muerta.
Estos son los habitantes de la anomia, quienes jamás tienen opinión, que en las encuestas
aparecen en el ítem “no sabe/no responde”, que en los resultados de las elecciones, sin embargo,
constituyen un número creciente. Este fenómeno comenzó a fines de la dictadura y comienzos
de la década de 1990, coincidiendo con el final de la Guerra Fría (Westad, 2018), del siglo XX
(Hobsbawm, 2011), para algunos, de la modernidad (Lyotard, 1987): un período que podríamos
calificar como “el reino del relativismo moral extremo”.
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2. ¿Cómo pensar los 50 años?
A medio siglo del golpe de Estado y habiendo muerto los protagonistas principales de esta
historia, ¿qué nos ha ocurrido como sociedad? ¿Qué ha dominado entre nosotros, la memoria
o el olvido?
Como es predecible, hay varias respuestas y todas ellas fundadas en experiencia legítimas para
quienes las defienden.
2.1. Víctimas y adherentes
Para quienes fueron víctimas de la experiencia del golpe y del régimen subsecuente, no cabe
sino que la opción de la memoria.
Para las víctimas recordar es mantener con vida a los caídos, es reafirmar que sus acciones
tuvieron valor y sentido. También es preservar el dolor del momento en que les perdieron, así
como padecer la latencia lacerante de sus ausencias.
Para las víctimas recordar también es un ejercicio intelectual. La memoria histórica supone
reconstruir el pasado desde sus fragmentos, implica identificar relaciones entre hechos, conlleva
explicar e interpretar procesos complejos. Más allá, recordar intelectualmente es un compromiso
que tensiona la frágil frontera entre la experiencia personal y la de las generaciones
involucradas. En consecuencia compromete a las y los observadores a un esfuerzo no solo
narrativo, sino que empírico. ¿Pueden probar que lo que dicen ocurrió, de ese modo,
efectivamente?
2.2. Victimarios y adherentes
Del mismo modo, para quienes fueron victimarios en la experiencia del golpe y en el régimen
subsecuente, no cabe sino que la memoria.
Para los victimarios, su memoria se constituye en una oposición alternativa a la memoria de las
víctimas, como una contra-memoria. Para ellos, también, es reafirmar que sus acciones tuvieron
valor y sentido, es preservar el dolor del momento en que perdieron a los suyos, en este caso
oponiéndose a sus enemigos y detractores. Se suele crear aquí una especie de dinámica de
balance de poderes, para justificar que la acción propia no fue sino que la reacción a otra acción.
Ejercicios de justificación en extremo cuestionables, empates morales, que solo agravan la falta
y agravian a las víctimas y sus adherentes.
Para los victimarios recordar también es un ejercicio intelectual, en los mismos términos que
hemos señalado para las víctimas. Los victimarios no solo buscan en sus recuerdos, sino que en
archivos y bibliotecas, todo aquello que abone a sus causas, otorgándole base empírica a sus
afirmaciones. La misma pregunta les persigue insistente: ¿pueden probar que lo que dicen
ocurrió, de ese modo, efectivamente?
Como podría colegirse, víctimas y victimarios, memorias y contra-memorias, hacen parte de
un debate que se refleja en paneles, clases, artículos de prensa y en textos académicos.
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Pasado este tiempo, sobre todo en esta conmemoración de los 50 años, se ha configurado un
espejismo entre estos dos extremos, que tiende a cubrir con emoción todo el espacio de
memoria posible. Pero ellos no representan a toda la población.
2.3. Los hijos de la no-memoria
Para quienes quedaron en el espacio de la no-memoria, el golpe y la dictadura tienen poco o
nada de significado.
El día 05 de octubre de 1988 se realizó un plebiscito para determinar el fin o la continuidad de
la dictadura por 8 años más, con Pinochet como Jefe de Estado. Para este escrutinio se
registraron 7.435.913 votantes, de los cuales sufragaron 7.251.933 (97,53 %). Contra la
continuidad de la dictadura votó el 55,99 %; a favor de ella votó el 44,01 %. Este resultado
mostró que el país estaba dividido y que pese a los errores y horrores de la dictadura, su base de
apoyo era muy significativa.
Han pasado más de 30 años y el caudal electoral de la derecha y centro-derecha sigue siendo el
mismo (44 a 45%).
Una vez realizado el plebiscito, se reveló una encuesta (CEP-Adimark) (Barros et al. 1989) que
se hizo previamente (dos muestras: mayo-junio y septiembre de 1988) y cuyos resultados se
mantuvieron en secreto.
La encuesta demostró que el rechazo (No) en el Plebiscito tenía razones inesperadas. En una
encuesta donde la gente podía tomar más de una opción (sumar más de 100%): en primer lugar,
el 72% votó que No por razones económicas; en segundo lugar, el 60% votó por la situación de
los derechos humanos y por regresar a la democracia; en tercer lugar, el 39% por desaprobación
al gobierno y a Pinochet.
Este escrutinio ciudadano, se constituyó en un primer indicio de que entre el y el No a
Pinochet y a su Dictadura, había un espacio social, que se había apartado de la política propia de
la Guerra Fría, que se había “ensimismado” (P. Ricoeur) en la atmósfera hostil de los años ´80s.,
pero también en una aún soterrada atracción por el consumo como forma de felicidad y de
evasión: el incipiente crecimiento económico registrado desde 1984, comenzaba a tener sus
efectos. Al decir de Néstor García Canclini (García Canclini, 1995), una parte de esta sociedad
se había ido convirtiendo en consumidores del siglo XXI y en ciudadanos del siglo XVIII, pero
no solo por la opresión de la Dictadura, sino que por opción propia.
En perspectiva del proceso post Dictadura, es posible advertir que la centro- izquierda, que
gobernó 25 de los 33 años post dictadura, ha sufrido el desgaste electoral en el poder y ha visto
cómo se ha profundizado una brecha entre ella y el electorado, sobre todo aquel situado en el
centro.
Este “nuevo centro”, constituido por los decepcionados de la Concertación y por la nueva
población con derecho a voto, ha surgido este nuevo caudal electoral que antes optó por no
votar y que, ahora, forzado legalmente a ello, manifiesta sin pudor su conducta electoral de
consumidores: me sirve lo tomo, no me sirve lo desecho. La clave es que este número de
indiferentes, sin memoria, fue creciendo hasta constituirse en una porción de electores que
puede tanto votar por un cambio de Constitución, como por rechazar el documento elaborado
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por los constituyentes. Puede tanto elegir una convención constituyente dominada por las
fuerzas de izquierda, como elegir una nueva convención constituyente dando mayoría a la
extrema derecha.
Epílogo
Esta población de la no-memoria, no solo carece de posición frente al pasado, no solo carece de
identidad política, no solo constituye un grupo lo suficientemente grande como para decidir las
elecciones siguientes, sino que es una parte importante de la explicación de porqué, a 50 años
del golpe de Estado, la memoria histórica tienda a diluirse irrespetuosamente, en medio de los
debates políticos menores. A 50 años del golpe, memoria u olvido, parecen opciones superfluas,
como si el pasado se hubiere diluido en la amnesia de la no-memoria, como si nada de aquello
hubiese ocurrido y como si la banalidad (Arendt, 2003) de estos días fuese la única medida de
todo.
Referencias bibliográficaa
Arendt, Hannah (2003). Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal,
Barcelona: Lumen.
Barros B., E., Fontaine T., A., Méndez, R. y Godoy A., Óscar (1989). ¿Por qué ganó el ""No"”?.
Estudios Públicos. 33 (ene. 1989). https://www.estudiospublicos.cl/index.php/cep/
article/view/1552/2648
García Canclini, Néstor (1995). Consumidores y Ciudadanos: conflictos multiculturales de la
globalización, México: Grijalbo.
Hobsbawm, Eric (2011). Historia del Siglo XX, Barcelona: Editorial Crítica
Lyotard, Jean-Francois (1987). La condición postmoderna, Madrid: Cátedra; Vattimo, Gianni
(1985). El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica de la cultura postmoderna,
Torino: Gedisa.
Ricoeur, Paul (2008). La Memoria, la Historia, el Olvido, México: Fondo de Cultura Económica
Westad, Arne (2018). La Guerra Fría: Una historia mundial, Barcelona: Galaxia Gutenberg.
TRABAJO RECIBIDO: 03/10/2023
Esta obra está bajo una licencia internacional https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/
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