Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 139, Junio 2024, Pág. 81
ISSN 0326-7806 (edición impresa) - ISSN 1852-7213 (edición en línea)
–llegando a ser sexta la economía mundial en 2011-, el fuerte liderazgo regional y un
marcado posicionamiento internacional
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, Brasil no pudo escapar de los efectos de la crisis
financiera internacional de 2008 y la caída de los precios de los commodities, lo que
desembocaría, primero, en una crisis económico-social, y, luego, político-institucional.
Ante este escenario, la clase política en su conjunto fue puesta en tela de juicio por la
ciudadanía y los medios de comunicación, lo que se vió canalizado primero en el ataque al
gobierno de Rousseff por parte de los partidos opositores liderados por el propio
vicepresidente Temer (Goldstein, 2016), y luego mediante la publicación por parte de la
Policía Federal de Curitiba de la operación conocida como “Lava Jato”, que denunciaba el
desvío sistemático de cantidades exorbitantes de dólares procedentes de la compañía estatal
Petrobras para financiar irregularmente a varios partidos políticos, entre ellos el Partido de los
Trabajadores (PT) gobernante (Almagro Castro, 2017). Finalmente, la base parlamentaria del
gobierno de Rousseff se quebró cuando el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo
Cunha, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), decidió dar curso al
pedido de destitución de la presidente, acusándola de haber producido “saqueos”, más bien
desvíos, en las cuentas públicas de los bancos nacionales para el pago de programas sociales.
En mayo de 2016, el Senado Federal aprobó el inicio del impeachment y Temer asumió como
presidente interino de Brasil.
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De acuerdo con Cervo (2004, p. 197), los gobiernos de Lula da Silva (2003-2010) se inscribieron en el
denominado paradigma del Estado logístico. Este modelo, distinto al neoliberal, combina dos nociones diversas:
el liberalismo a nivel internacional y el desarrollismo a nivel interno, es decir, se produce la combinación de una
apertura a la globalización con los principios del estructuralismo latinoamericano. En el ámbito político, el
paradigma logístico recupera la autonomía decisoria y se inserta en el mundo de la interdependencia
implementando un modelo decisorio autónomo. A su vez, la política exterior se diversifica y se orienta a
satisfacer los intereses nacionales de los diversos sectores: del agronegocio, de los empresarios, de los obreros y
de los consumidores. En el campo de las relaciones económicas internacionales, el desafío principal es reducir la
dependencia tecnológica y financiera, promoviendo la innovación productiva y la salida de la condición de
atraso económico relativo y vulnerabilidad externa.