Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 137, junio 2023, pp. 49-71
ISSN 0326-7806 (edición impresa) - ISSN 1852-7213 (edición en línea)
Cuando Ayllón Pino (2016:2) avanza específicamente sobre el concepto de gobernanza nos
advierte acerca de su carácter polisémico que lo convierte, junto al de “desarrollo”, en uno de
los sustantivos más elusivos, ambiguos y elásticos del universo de las Ciencias Sociales
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. Sin
embargo, como denominador común en el cual confluyen todas estas miradas, encontramos
como presupuesto central que es posible diferenciar entre el gobierno y la gobernanza por el
grado de participación que tienen los actores no gubernamentales en la planeación y ejecución
de las políticas públicas, lo cual nos sugiere la adecuación del enfoque para el estudio de la
actuación de las universidades inscriptas a escala nacional, local y regional. En este sentido,
según Gonçalves (2012), la gobernanza se distingue de los mecanismos clásicos del derecho
internacional, donde apenas los sujetos de ese derecho participan (Estados y Organismos
Internacionales), y se abre a un universo de agentes con capacidad de aportar e influir, como
organizaciones de la sociedad civil, comunidad científica, medios de comunicación, empresas
transnacionales, entre otros.
Esta complejidad multiactores y multinivel, explica la inscripción del concepto de
internacionalización de universidades en procesos más comprehensivos, que contemplan pero
trascienden la escala institucional, y refuerzan la regional para posicionarse ante dinámicas
gnoseoeconómicas globales vinculadas a la promoción de un proyecto de gobernanza normativo
y universal para la ES
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. En relación a lo cual, Prado Lallande (2016:46) advierte que “Ante esta
vocación universalista presente en el ámbito global, aparece la instancia regional, en la cual
pueden diseñarse y prevalecer diversas estrategias, desde aquellas dinamizadoras y militantes, a
las condescendientes, hasta proyectos que encarnan explícitamente objetivos contrarios, capaces
de contener o incluso revertir las lógicas globales”.
Ahora bien, por gobernanza regional entendemos “la construcción social de esferas regionales
de autoridad relacionadas con áreas temáticas específicas, en las cuales conjuntos de actores
diseñan sus correspondientes arquitecturas institucionales regionales” (Legler, Turzi y Tzili-
Apango, 2018:247). En este sentido, nos concentramos en la gobernanaza regional de la ES
como “esfera de cooperación específica” (Russell y Tokatlian, 2003). Como Held y Mc Grez
(2000) refieren, las instituciones de gobernanza tienen una “geometría variable” de acuerdo con
las particularidades de cada área temática específica, global o regional. Lo cual es consistente
con la propuesta de ponderar los proyectos de gobernanza, discriminando las orientaciones y
velocidades diferenciales que se producen en cada una de sus esferas y escalas. Y para ello no
deberíamos desconocer el impacto diferencial que ocasionan las tensiones horizontales y
verticales que se producen en las diferentes regiones y en las diversas esferas, sobre todo en
aquellas que han adquirido gran relevancia a partir de la centralidad del conocimiento como
variable de poder blando.
Asimismo, la opción por jerarquizar la incidencia de la escala regional
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en la esfera específica
de la gobernanza de la ES, obedece a que, como señalan Hermo y Verger (2010:106) “Es en la
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En virtud de esta condición controversial en cuanto a su sentido es calificado como un concepto
‘vidrioso’ que, lejos de configurarse como consensual, genera polémicas en función del énfasis que se
adopte en su conceptualización. En efecto, sus múltiples definiciones, justifican expresiones como
"multiplicidad babilónica' (Borzel, 1998:254) o “nebulosa” (Cox 1996). Lo cual a su vez ha alentado
definiciones que son divergentes e incluso contradictorias entre sí (Porras, 2007:165).
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Durante la década de 1990 governance era fundamentalmente usado por los organismos internacionales
como sinónimo de "buen gobierno" y de las instituciones que lo hacen posible. Esta visión normativa,
tuvo su correlato explícito en ES, en los intentos de implantar el proceso de Bolonia en América Latina,
con proyectos orientados a diseminar “buenas prácticas”, desconociendo las particularidades de las
universidades latinoamericanas y el contexto en el cual se inscriben.
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“En medio del debate que se da respecto a la internacionalización en la década de los años ‘90 entre el
Banco Mundial y la UNESCO, los regionalismos vinieron a proponer una visión alternativa,
estableciendo estrategias regionales de cooperación solidaria entre los Estados miembros para mejorar la
calidad de la oferta, competir globalmente y atraer la demanda externa e interna” (Botto, 2015:105).
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