Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 136, diciembre 2022, pp. 111-117
ISSN 0326-7806 (edición impresa) - ISSN 1852-7213 (edición en línea)
Misceláneas Universitarias
“Las Islas Malvinas y el olvidado proyecto de condominio anglo-
argentino”
Lautaro Rodríguez Bonavía
*
Resumen
En el presente 2022, se conmemora el cuadragésimo aniversario nacional por el inicio de la
Guerra de Malvinas, el día del 2 de abril de 1982, que configura uno de los mayores
acontecimientos de la República Argentina con referencia al fervoroso y constante reclamo por
el reconocimiento de su soberanía jurídico-política sobre el conjunto de territorios insulares
yacentes en el Océano Atlántico Sur.
Sin embargo, así como este conflicto y reclamo llevado a cabo por la Argentina es ampliamente
reconocido a nivel nacional e internacional, también existen aspectos poco explorados dentro de
sus cualidades.
Los objetivos de este ensayo serán: brindar un recorrido conciso y concreto sobre el porqué,
cómo y para qué de estas negociaciones, explicitar las medidas propuestas en ellas con
referencia al reclamo soberano de cada país sobre las Islas del Atlántico Sur y, finalmente, dar
una crítica acerca del programa de medidas mencionadas
Palabras claves: Argentina - Reino Unido Corona Británica Malvinas - Islas del Atlántico
Sur – reclamos - negociaciones – soberanía - proyecto
I. Introducción
En el presente 2022, se conmemora el cuadragésimo aniversario nacional por el inicio de la
Guerra de Malvinas, el día del 2 de abril de 1982, que configura uno de los mayores
acontecimientos de la República Argentina con referencia al fervoroso y constante reclamo por
el reconocimiento de su soberanía jurídico-política sobre el conjunto de territorios insulares
yacentes en el Océano Atlántico Sur
1
. Dicho suceso, de gran relevancia histórica para los
argentinos, cada año aumenta su alcance en distintas esferas sociales y, de forma notable, logra
unir a los ciudadanos de la Nación en un solo grito que busca, como ya es costumbre, hacer
notar su voz en la comunidad internacional y recuperar lo que por derecho e historia le
corresponde como propio. No es ajeno para hombre alguno, ni siquiera para el continente
americano (con su gran apoyo a la causa argentina), cómo cada ciudadano de nuestro país
conoce y defiende, con mayor o menor intensidad, los reclamos en base a parámetros de
pertenencia territorial: la pertenencia de las islas a la plataforma marítima nacional y, a su vez,
de los territorios del antiguo Virreinato del Río de La Plata –posteriormente heredados tras la
independencia-; derecho internacional: a saber, el Uti Possidetis Iuris; y factores históricos
*
Estudiante de primer año de la Licenciatura en Ciencia Política. Facultad de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales (UNR)
1
A saber: las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y sus espacios marítimos circundantes.
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como bien se encuentra la fatídica usurpación británica del gobierno de Malvinas en 1833
(Filmus; 2021).
Sin embargo, así como este conflicto y reclamo llevado a cabo por la Argentina es ampliamente
reconocido a nivel nacional e internacional, también existen aspectos poco explorados dentro de
sus cualidades. Esta disputa, por consiguiente, esconde múltiples intercambios y negociaciones
acaecidas entre los gobiernos nacionales de ambos países; siendo un ejemplo claro de estos las
negociaciones “secretas” entre la Argentina y Reino Unido, durante el período comprendido
entre finales de la década de 1960 y mediados de la década de 1970, previo al último Golpe de
Estado de 1976.
Los objetivos de este ensayo serán: brindar un recorrido conciso y concreto sobre el porqué,
cómo y para qué de estas negociaciones, explicitar las medidas propuestas en ellas con
referencia al reclamo soberano de cada país sobre las Islas del Atlántico Sur y, finalmente, dar
una crítica acerca del programa de medidas mencionadas
II. Los orígenes del acuerdo
A mediados de la cada de 1960, la situación circundante dentro del Reino Unido se
encontraba en un punto crítico nunca antes visto. En primer término, el Imperio Británico se
encontraba atravesando un proceso de descolonización a nivel global que, en conjunto, acortaba
rápida y súbitamente tanto con un gran flujo de mano de obra barata proveniente de sus colonias
–tales como Tanganica, Sudáfrica o Borneo- como varios mercados internacionales a los cuales
ofrecer sus manufacturas (Gil, 2020). En segundo lugar, una crisis político-económica se
encontraba azotando con fuerza en su interior, producto de problemas de representación por
parte del gobierno laborista del primer ministro Harold Wilson e inconsistencia en las políticas
de Estado de Bienestar –v. gr. Subsidios a las clases bajas-, (Ortega, 1981). Y, en tercer lugar, el
contexto económico internacional, marcado por un aumento de tensiones entre Estados Unidos
y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (producto de la Guerra Fría), había originado
una caída notable en los mercados y bolsas de valores a nivel mundial; a la vez que causó el
desplome notorio del precio de materias primas como la lana –fundamental para la industria
textil británica- (Llanos R. y Lanfranco, 2011). Este cúmulo de factores aquejando al, casi
extinto, Imperio Británico provocaron que las elites gobernantes ya no viesen con tan buenos
ojos la mantención de territorios en el Atlántico Sur como las Islas Malvinas, puesto que, a la
larga, significaban un coste extra que, más que propiciar un medio para solventar las deudas y
déficits de la Corona, conllevaban a un mayor arrastre de la crisis
Del otro lado del globo, más precisamente en el Cono Sur de América, los acontecimientos no
eran mucho más alentadores para la República Argentina. A nivel interno, la década del `60 se
caracterizó por una inestabilidad política muy fuerte: la prescripción del peronismo y los golpes
militares a gobiernos elegidos democráticamente dificultó que nuestro país posea una
conducción política predecible. Particularmente, la llegada en 1963 de Arturo Illia a la
presidencia y su posterior caída a través de un golpe de Estado en 1966 fue un claro ejemplo de
ello. Pese a todo esto, la Argentina, consciente de su situación y la del Reino Unido, llamó a su
contrincante beligerante ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidos a fin
de establecer nuevos acuerdos con referencia a la disputa por las Islas del Atlántico Sur (Llanos
R. y Lanfranco, 2011)
Fue de este modo que se adoptarían en la Asamblea General de las Naciones Unidas dos
resoluciones clave: la Resolución 1514 (XV) y la Resolución 2065 (XX). Por un lado, la
Resolución 1514 de la Asamblea General estipulaba el comienzo de las acciones directas de la
Organización de las Naciones Unidas en pos de iniciar el proceso de descolonización y
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autonomía de las colonias y territorios dependientes, a fin de que “los pueblos dependientes
puedan ejercer pacífica y libremente su derecho a la independencia completa” (Resolución 1514
(XV) de la Asamblea General, 14 de diciembre de 1960, art. 4); abriéndose así nuevos debates
sobre la soberanía en clave de dos nuevos derechos: el de Integridad Territorial más conocido
como “Utis Possidetis Iuris” y el de la “Autodeterminación de los pueblos”. Por otro lado, la
Resolución 2065 de la Asamblea General tendría un papel fundamental en el inicio de las
negociaciones, ya que reconocería en forma efectiva la existencia de los reclamos previos por
parte de la Argentina y su soberanía sobre las Malvinas; el conflicto existente con el Reino
Unido de por medio y, fundamentalmente, llamaría a ambas cancillerías a “a proseguir sin
demora las negociaciones recomendadas por el Comité Especial” (Resolución 2065 (XX) de la
Asamblea General, 16 de diciembre de 1965).
Con este nuevo panorama basado en los avances del proceso descolonial de la ONU y con el
conflicto Islas Malvinas/Falkland Islands reconocido, se dieron las primeras reuniones
referentes a la nueva rueda de discusiones en julio de 1966 en la ciudad de Londres, reuniendo
al canciller argentino Nicanor Costa Méndez y el diplomático delegado por Reino Unido
Michael Stewart. Gracias a este primer reencuentro, que la cancillería argentina catalogó como
“positiva”, se logró enderezar el rumbo hacia la búsqueda de una mejor y más unánime solución
que, además, respetase los intereses de los isleños.
III. El entendimiento anglo-argentino.
Como ya vimos, la situación presente en ambas naciones junto con los encuentros pacíficos y
positivos entre ambas cancillerías permitieron el afloramiento de nuevas propuestas y medidas a
discutir a fin de resolver, de una vez por todas, la disputa que lejos de traer beneficios acarreaba
un gasto mayor para Argentina y Reino Unido.
Este cambio de visión (Wolin, 2001) por parte de la Corona británica se evidenció aún más con
la segunda rueda de negociaciones, llevada a cabo entre septiembre y noviembre de 1966. Allí,
la cancillería británica propuso una dinámica, cuanto menos, sorpresiva: tratar el caso con un
enfoque principal en el “traspaso” de la soberanía sobre los territorios insulares, de la posesión
pura y exclusiva de Reino Unido a un posible entendimiento y “compartimento” entre británicos
y argentinos por las zonas disputadas.
Para el año 1967, las ruedas de negociaciones se incrementaron exponencialmente,
permitiéndose entablar nuevas bases para la creación de proyectos de ley que no solo diesen
más libertad para la negociación pero que, paralelamente, se desarrollasen nuevas ideas entre
ambas cancillerías a modo de agilizar las comunicaciones con las Malvinas e Islas del Atlántico
Sur tanto con la Argentina como con el Reino Unido.
Producto del aumento en estas reuniones fue que, para el año 1968, la cancillería británica
buscaría proponer un proyecto conjunto con la Argentina a fin de establecer los parámetros
clave para la comunicación y el “traspaso” soberano de las islas. En este contexto, se escribió el
Memorandum de Entendimiento de 1968 (Cancillería Argentina, 1986) por el Departamento de
Diplomacia del Reino Unido. Dicho tratado ponía énfasis, con fundamento en la a Resolución
2065 (XX) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el objetivo primordial de las dos
naciones de: “solucionar definitivamente y en forma amistosa la disputa sobre la soberanía”
permitiendo principalmente:
La libertad de comunicación y movimiento dentro de las Islas del Atlántico Sur y sus
zonas marítimas aledañas;
La promoción de políticas para afianzar los lazos con dichos territorios, en base a las
disposiciones específicas de cada Estado y;
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El reconocimiento definitivo, por parte de la Corona británica, de la soberanía argentina
llegada una fecha tal (estimada en alrededor de 60-80 años a partir de la fecha del
memorándum) y solo tras la solución de las divergencias y disyuntivas con los isleños.
IV. El condominio Anglo-Argentino de las Islas Malvinas: las propuestas definitivas.
Justo cuando las mayores iniciativas para con la resolución de la disputa por las islas, con la
Argentina dispuesta a firmar el memorándum de entendimiento, el Reino Unido vio la decisión
final del proyecto en un inicio ralentizada y, a posteriori, truncada casi en su totalidad. Sectores
conservadores de la sociedad británica no vieron con buenos ojos la renuncia sin más a la
soberanía de las Islas Malvinas y, tras la filtración del memorándum, presionaron para su
destierro (Cañas, 2015). No obstante, esto no impidió que la Argentina, entre 1969 y 1972,
firmase diversas cartas y declaraciones buscando reavivar las ruedas de negociación, con el
objetivo de reflotar las vías comunicativas con las Islas Malvinas. Como ejemplo claro de este
ímpetu por la mantención de los acuerdos, se debe destacar la Declaración Conjunta entre
Argentina y Reino Unido de 1971 (Cancillería Argentina, 1971) la cual propició el intercambio
profesional de miles de argentinos a las Islas Malvinas, a modo de acercamiento de ambas
culturas.
Sin embargo, la propuesta definitiva por parte de Argentina no llegaría sino hasta dos años
después en 1973. Allí, tras la vuelta al poder de Juan Domingo Perón y la firma de la
Resolución 3160 (XXVIII) (Cancillería Argentina, 1973) por la Asamblea General de las
Naciones Unidas, la cancillería y presidencia argentina propondrían al gobierno británico la idea
de un condominio anglo-argentino que asegurase el control y soberanía repartidos sobre las
Malvinas y territorios sur atlánticos en cuestión; teniendo ambos gobiernos potestad en las
decisiones políticas, económicas y, adicionalmente, permitiéndosele a los isleños contar con la
doble nacionalidad británico-argentina.
VI. “Una oportunidad desaprovechada: el quiebre de las negociaciones”
Estas medidas propuestas por la República Argentina, pese a la gran expectativa generada a
nivel nacional e internacional, vieron al poco tiempo obstaculizado su paso debido a diferentes
factores.
Por un lado, la crisis político institucional argentina se agravó: la muerte de Perón, el gobierno
de María Estela Martínez de Perón y el posterior golpe de 1976 no sólo significaron una
degradación y enfriamiento en las negociaciones llevadas a cabo por Argentina, sino también
una pérdida de confianza por parte del Reino Unido ante este des-orden institucional.
Por otro lado, el descubrimiento de fosas petrolíferas de gran magnitud en las Islas sur atlánticas
resultó la estocada final para el proyecto anglo-argentino; ya que, a raíz de este suceso, Reino
Unido pudo encontrar una nueva y mejorada rentabilidad a la soberanía sobre las Islas
rechazando de ese modo la oferta de administrar en conjunto las riquezas y recursos energéticos.
Por los factores anteriormente nombrados y la resolución de los conflictos políticos internos en
el Reino Unido, podemos afirmar que el proyecto del condominio anglo-argentino terminaría
siendo abandonado por ambas partes. Sin embargo, el gobierno de facto argentino decidió, en el
año 1982, ocupar las Islas Malvinas por la fuerza dando inicio al “Conflicto Armado del
Atlántico Sur” o comúnmente conocido como “Guerra de Malvinas”. Más al de las
consecuencias políticas, económicas, militares y humanas de dicho conflicto, este hecho marcó
el fin de las negociaciones entre la Cancillería Argentina y el Foreign Affairs británico en torno
a la soberanía sobre Malvinas, tal como anuncia la Resolución 2065.
Habiendo identificado el contexto de origen de este proyecto, los principales enunciados del
mismo y los factores que determinaron su fracaso, procederemos a realizar una crítica reflexiva
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de este Memorándum de Entendimiento que daba origen al “Condominio Anglo-Argentino en
las Islas Malvinas”, teniendo en cuenta los mayores obstáculos que podrían haber sucedido, de
haberse llevado el proyecto a la práctica
En primer término, debemos remarcar el descubrimiento de la existencia de numerosas fuentes
de recursos petrolíferos y energéticos de valor en las islas. A raíz de investigaciones en las islas,
los estudios advirtieron de la posibilidad de hallar en el territorio isleño y marítimo circundante
reservas de petróleo en gran cantidad lo que –junto con la ruta de comercio estratégico por el
Estrecho de Magallanes, de gran relevancia geopolítica- brindó al Reino Unido nuevas razones
para mantener y efectivizar en mayor alcance su soberanía sobre las Islas del Atlántico Sur, a fin
de obtener los ingresos provenientes de la extracción de petróleo y, de ese modo, solventar los
gastos en materia de administración y servicios públicos.
En segundo término, otro impedimento para la concreción del proyecto compartido en las Islas
del Atlántico Sur se encontró en la propia opinión de los isleños residentes hacia ese entonces
en las Malvinas. Los nativos malvinenses, pese a tener la posibilidad de interactuar y conectarse
en mayor medida con la cultura y las costumbres argentinas no vieron con buenos ojos la
posibilidad de formar parte del territorio argentino. Como prueba de ello, referéndums 60% de
los isleños pretendía permanecer como dependientes de la Corona Británica antes que siquiera
tener algo que ver con los argentinos. Por lo tanto, el implementar la medida, contra la voluntad
del amplio grueso de la población existente y residente, no hubiese conformado más que una
idea destinada a chocar contra la pared de protestas/reclamos constantes por parte de los isleños.
Junto con este factor, determinado por la opinión de los isleños, se tiene a los intereses de los
funcionarios y la sociedad conservadora británica dentro de lo que se conoce como el “Lobby
isleño” dentro tanto de la prensa y el parlamento británicos como del conglomerado económico
denominado “Falkland Islands Company” o FIC (Colombo y D`Elía, 2019). Pese a que las
Malvinas representaban un gasto difícil de afrontar dada la crisis interna y externa en la Corona
del Reino Unido-, la idea de relegación y hasta renuncia [parcial] de su control soberano sobre
los territorios insulares dado por los tratados, resultaba ser muy resistida por los sectores
mayoritarios de la comunidad noratlántica y tras el descubrimiento de las reservas petrolíferas
en las islas, este sector acérrimo a la no renuncia a la soberanía británica sobre las islas se vio
fuertemente fortalecido, principalmente en la figura del FIC que, con este panorama en vista,
financió campañas publicitarias tanto en las islas como en el Reino Unido a fin de enaltecer el
sentimiento de pertenencia hacia las Malvinas. (Colombo y D`Elía, 2019).
Y en tercer término, para finalizar de rematar las chances de supervivencia del proyecto, la
situación crítica tanto política como socio-económica que atravesaba la Argentina se
acrecentaría a gran escala desde 1973 con la sucesión de Perón a María Estela Martínez de
Perón –tras la muerte del primero-. A partir de esa fecha, el país se sumiría en un profundo caos
representado por la cuasi imposibilidad de representación y control de orden por parte de las
fuerzas estatales legítimas en lo político; una feroz escalada de los índices de violencia y
terrorismo llevados a cabo por las diversas agrupaciones guerrilleras y las fuerzas parapoliciales
del Estado y un salto inflacionario pocas veces visto.
A raíz de la crítica concretada, resulta posible afirmar que; de haberse intentado aplicar la
declaración y proyecto de establecimiento del condominio anglo-argentino en las Malvinas, no
hubiesen sido para nada favorables las condiciones como para asegurar su supervivencia a largo
plazo.
VI. Conclusiones
Durante las décadas de 1960 y 1970, la situación global en términos económicos y políticos se
hallaba fuertemente marcada e influenciada por los procesos acaecidos en pleno alza de la
Guerra Fría entre los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas
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Soviéticas. En este contexto tan desfavorable, la República Argentina y el Reino Unido, lejos de
ser una excepción a la regla, supieron ser testigos de lo que, para muchos expertos, representan
sus peores facetas. Por un lado, el Reino Unido sumergido en una aguda crisis de representación
democrática, acompañada de una recesión económica producto de la perdida de muchas
colonias –con su mano de obra barata y mercados diversos- y por el otro lado, la Argentina
hundida en la alternancia de regímenes democráticos/autoritarios, con feroces escaladas en los
índices de violencia y aún más feroces aumentos en la generalidad de los precios de consumo
básico-esencial.
Tanta fue la urgencia de apaliar los problemas que, a partir de 1966-67, ambos gobiernos
comenzaron a coordinar, con ímpetu y rapidez, medidas para poder obtener de forma mutua un
beneficio a costa de la cuestión Malvinas/Falklands [y, en el medio, ver medidas para satisfacer
los intereses de los isleños]. Con este objetivo, se firmarían diversas declaraciones y tratados
como el Memorándum de Entendimiento del 68 o la Declaración Conjunta del 71 hasta
alcanzar, como punto culmine de las ruedas de diálogo, la creación de un proyecto por el cual,
además de garantizarse una efectiva comunicación entre ambas naciones y las Islas en
simultaneo, se pudiese acordar un “compartimento” de las funciones de administración político-
económicas para con las Islas del Atlántico Sur (proponiéndose así acuñarse ambas monedas
como de curso legal en las zonas en cuestión, la posibilidad de doble nacionalidad para los
isleños, etc.). Este proyecto, tan ambicioso como suena, recibió el nombre de “Condominio
Anglo-Argentino de las Islas Malvinas”.
Pese a la expectativa que esto generó en ambos países –principalmente en la República
Argentina bajo el lema de “si ponemos un pie en las islas, no nos sacan más” dicho por el
propio Juan Domingo Perón-, el plan trazado contaba con múltiples falencias y atascos que,
resumidamente, se basaban en: i)el hallazgo de posibles reservas de petróleo en el territorio de
las Islas del Atlántico Sur), ii) el rechazo amplio del proyecto final por parte de los isleños junto
con la disconformidad de la gran mayoría de la sociedad conservadora británica (representada
por el “lobby isleño”) acerca de la idea de relegar la soberanía sobre las Malvinas, y iii) el
acrecentamiento de la crisis interna en la República Argentina política y económicamente.
Producto de estos [y otros tantos] acontecimientos, las tensiones crecieron entre las cancillerías,
los intereses se dividieron y el proyecto acabó en el olvido definitivo.
Con esto último que ocurrió, se perdió una de las que, en los papeles al menos, representaría la
mejor y más cercana oportunidad de recuperar parte de la soberanía que jurídicamente nos
corresponde sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y sus espacios
marítimos circundantes desde el proceso de usurpación británica de 1833; acompañado por la
eliminación de los habitantes anteriores que se hallaban residiendo bajo la jurisprudencia
argentina y sus normas.
En cuanto a la actualidad, solo queda preguntarnos en aras de las futuras negociaciones por el
derecho de posesión sobre las Islas Malvinas: ¿Habrá sido esa nuestra única chance de
acercarnos a una resolución pacífica de la contienda? ¿Habrá posibilidad de siquiera acercarnos
a algo similar? Si la respuesta es afirmativa ¿Cómo lo lograremos? ¿Tendremos una
oportunidad de “coexistencia pacífica con los británicos e isleños en Malvinas? ¿Volveremos a
tener el dominio completo sobre las mismas poblaciones? Preguntas como estas y tantas más tan
solo podrán responderse con el tiempo si se cuentan con las herramientas necesarias para ello:
instituciones organizadas, un clima medianamente estable, un contexto político-económico
favorable y/o una colaboración de terceros. Mientras tanto, solo nos queda, en esta fecha tan
importante para nosotros los argentinos, rememorar a aquellos que combatieron por el bien
mayor desinteresado de la patria en extensión y aprender de los errores en pos de una mejora.
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