Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 136, diciembre 2022, pp. 111-117
ISSN 0326-7806 (edición impresa) - ISSN 1852-7213 (edición en línea)
Soviéticas. En este contexto tan desfavorable, la República Argentina y el Reino Unido, lejos de
ser una excepción a la regla, supieron ser testigos de lo que, para muchos expertos, representan
sus peores facetas. Por un lado, el Reino Unido sumergido en una aguda crisis de representación
democrática, acompañada de una recesión económica producto de la perdida de muchas
colonias –con su mano de obra barata y mercados diversos- y por el otro lado, la Argentina
hundida en la alternancia de regímenes democráticos/autoritarios, con feroces escaladas en los
índices de violencia y aún más feroces aumentos en la generalidad de los precios de consumo
básico-esencial.
Tanta fue la urgencia de apaliar los problemas que, a partir de 1966-67, ambos gobiernos
comenzaron a coordinar, con ímpetu y rapidez, medidas para poder obtener de forma mutua un
beneficio a costa de la cuestión Malvinas/Falklands [y, en el medio, ver medidas para satisfacer
los intereses de los isleños]. Con este objetivo, se firmarían diversas declaraciones y tratados
como el Memorándum de Entendimiento del 68 o la Declaración Conjunta del 71 hasta
alcanzar, como punto culmine de las ruedas de diálogo, la creación de un proyecto por el cual,
además de garantizarse una efectiva comunicación entre ambas naciones y las Islas en
simultaneo, se pudiese acordar un “compartimento” de las funciones de administración político-
económicas para con las Islas del Atlántico Sur (proponiéndose así acuñarse ambas monedas
como de curso legal en las zonas en cuestión, la posibilidad de doble nacionalidad para los
isleños, etc.). Este proyecto, tan ambicioso como suena, recibió el nombre de “Condominio
Anglo-Argentino de las Islas Malvinas”.
Pese a la expectativa que esto generó en ambos países –principalmente en la República
Argentina bajo el lema de “si ponemos un pie en las islas, no nos sacan más” dicho por el
propio Juan Domingo Perón-, el plan trazado contaba con múltiples falencias y atascos que,
resumidamente, se basaban en: i)el hallazgo de posibles reservas de petróleo en el territorio de
las Islas del Atlántico Sur), ii) el rechazo amplio del proyecto final por parte de los isleños junto
con la disconformidad de la gran mayoría de la sociedad conservadora británica (representada
por el “lobby isleño”) acerca de la idea de relegar la soberanía sobre las Malvinas, y iii) el
acrecentamiento de la crisis interna en la República Argentina política y económicamente.
Producto de estos [y otros tantos] acontecimientos, las tensiones crecieron entre las cancillerías,
los intereses se dividieron y el proyecto acabó en el olvido definitivo.
Con esto último que ocurrió, se perdió una de las que, en los papeles al menos, representaría la
mejor y más cercana oportunidad de recuperar parte de la soberanía que jurídicamente nos
corresponde sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y sus espacios
marítimos circundantes desde el proceso de usurpación británica de 1833; acompañado por la
eliminación de los habitantes anteriores que se hallaban residiendo bajo la jurisprudencia
argentina y sus normas.
En cuanto a la actualidad, solo queda preguntarnos en aras de las futuras negociaciones por el
derecho de posesión sobre las Islas Malvinas: ¿Habrá sido esa nuestra única chance de
acercarnos a una resolución pacífica de la contienda? ¿Habrá posibilidad de siquiera acercarnos
a algo similar? Si la respuesta es afirmativa ¿Cómo lo lograremos? ¿Tendremos una
oportunidad de “coexistencia pacífica con los británicos e isleños en Malvinas? ¿Volveremos a
tener el dominio completo sobre las mismas poblaciones? Preguntas como estas y tantas más tan
solo podrán responderse con el tiempo si se cuentan con las herramientas necesarias para ello:
instituciones organizadas, un clima medianamente estable, un contexto político-económico
favorable y/o una colaboración de terceros. Mientras tanto, solo nos queda, en esta fecha tan
importante para nosotros los argentinos, rememorar a aquellos que combatieron por el bien
mayor desinteresado de la patria en extensión y aprender de los errores en pos de una mejora.
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