Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 136, diciembre 2022, pp. 65-84
ISSN 0326-7806 (edición impresa) - ISSN 1852-7213 (edición en línea)
que enfrentar “numerosos desafíos políticos y de seguridad” (Fiott, Missiroli, y Tardy, 2017).
Todo ello se ve acrecentado por los nuevos acontecimientos en los que se advierten los intereses
de Rusia en algunos territorios europeos y, asimismo, los postulados geopolíticos que sostiene
China y que se hacen patentes en las sucesivas crisis en torno a Taiwán. Por otra parte, no sería
descabellado decir que España carece de una posición geopolítica singular en la escena
internacional y, por lo tanto, la política española en materia de seguridad y defensa se podría
calificar de “dependiente” (Fojón, 2019). Esto hace que la PESCO adquiera una notable
relevancia para nuestro país, aunque todo quedará condicionado a la capacidad de la que
disponga la UE a la hora de perfilar una política de defensa autónoma y eficaz. Por de pronto, lo
que se puede suscribir es que está por ver “si el nuevo papel de la Unión Europea es el de un
actor estratégico centro de un sistema (…), capaz de determinar su propio rumbo (…)” (Pozo y
Fojón, 2018: 5). Serán las peculiares características que definen la posición geopolítica de
España las que permitan valorar la utilidad de la PESCO, así como los problemas que la
pertenencia a este sistema de cooperación pudiera generar en la política exterior española en
materia de defensa.
La Estrategia de Seguridad Nacional, de 2017, se pronunció, sin ambages, en la línea de que el
perfil “europeo, mediterráneo y atlántico de nuestro país requiere igualmente apostar por el
refuerzo de organizaciones clave para España como la Unión Europea o la OTAN”.
Explícitamente se dice en este Documento que “España tiene identidad europea, mediterránea y
atlántica” (Estrategia de Seguridad Nacional, 2017: 22). La posición geopolítica de España
queda condicionada, entonces, por la pertenencia a estas dos organizaciones y no solo en
términos de seguridad sino también con un alcance político amplio. En cualquier caso, existe
una completa adhesión de España al nuevo concepto estratégico de la OTAN (Ringsmose y
Rynning, 2021), adoptado en Madrid en 2022, en el que se tienen en cuenta las nuevas
amenazas y se pone el énfasis en los desafíos que provienen especialmente de los flancos este y
sur de Europa. El concepto estratégico de Madrid reitera el vínculo que existe entre la UE y la
OTAN y llega a decir que “La UE es un socio único y esencial para la OTAN” de tal manera
que “los aliados y los miembros de la UE comparten los mismos valores” (Ruiz, 2022: 19). El
Documento aprobado en Madrid merece por sí mismo un análisis especial, en la medida en que
acapara una visión amplia de los factores de riesgo, ámbitos de actuación y estructuras de
cooperación en los terrenos de la seguridad y defensa. Quizá lo más llamativo es que se
explicita el enfoque occidental del orden mundial y se hace descansar en torno a dos polos: “el
occidental, liderado por la propia Alianza y la Unión Europea, y cuyo paradigma es la
democracia (…), y otro, el que representarían Rusia y China, ambos regímenes autocráticos”
siendo así que el primero, a diferencia del segundo, tiene en cuenta la existencia de una
estructura institucional internacional que se fundamenta en las normas del ordenamiento
jurídico internacional. (Ruiz, 2022: 16).
Por todo, la creación de la PESCO supone también que se produzcan consecuencias para la
OTAN. La UE no dispone de un sistema autónomo de seguridad y defensa, por lo que su
política en esta materia seguirá dependiendo y, además, estará sumamente condicionada por las
decisiones que se adopten en la Organización atlántica. Más todavía ahora, con ocasión de la
reunión de Madrid de 2022 cuando la OTAN ha resurgido “como el pilar fundamental de
nuestra defensa colectiva y seguridad, en una nueva era marcada por la competición estratégica”
(Ruiz, 2022: 17). En la medida en que la PESCO aspira a conformar la UE precisamente como
un actor independiente en los temas de seguridad, se podría asegurar que con el tiempo tendría
una mayor capacidad de decidir e intervenir en las estrategias de la OTAN. Sobre todo, en una
organización atlántica ampliada, una vez se consolide el ingreso de Suecia y Finlandia y se
pueda contar con otros países, puesto que no cabe olvidar que 13 delegaciones de países fueron
invitadas a la Cumbre de Madrid, entre los que se encontraban Japón, Australia, Nueva Zelanda
y Corea del Sur. En la actualidad, la situación sigue siendo de predomino de la OTAN, pero
67