Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 136, diciembre 2022, pp. 51-63
ISSN 0326-7806 (edición impresa) - ISSN 1852-7213 (edición en línea)
conflictos forman parte de los estudios e investigaciones en seguridad internacional y estudios
estratégicos contemporáneos.
En retrospectiva, es evidente que envestidas catalogadas como imperialistas y
fundamentalmente semejantes a las observadas en Ucrania han sido impulsadas por muchas
otras potencias, a lo largo de la historia de las relaciones internacionales. Ello también ha sido
constatado en numerosos casos de agresión contra Estados latinoamericanos y caribeños desde
las independencias, a comienzos del siglo XIX. En tal contexto, quizás lo único rescatable de lo
observado hasta el momento en este conflicto haya sido la abstención del uso de armas de
destrucción en masa – nucleares, químicas y biológicas –, el número comparativamente limitado
de víctimas civiles, la acogida de 10 millones de refugiados ucranianos en países europeos –
especialmente en Polonia, Rumania, y Alemania –, el acuerdo cuatripartito para garantizar
temporalmente la continuidad de las exportaciones de granos ucranianos en el mar Negro,
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y el
apoyo de la opinión pública internacional al pueblo y gobierno ucraniano.
Siendo así, corresponde a los analistas de seguridad y relaciones internacionales, principalmente
a los especializados en polemología, prospectar futuros posibles, con vistas a una pragmática
prevención y resolución de los conflictos. Es en este sentido que se presentaron los escenarios
prospectivos en párrafos anteriores. Al respecto, es adecuado agregar que, aunque las mejores
alternativas disponibles en el momento puedan parecer convergentes con la estrategia
imperialista del gobierno de Moscú, en virtud de las asimetrías de poder militar entre las partes,
lo cierto es que en el mediano y largo plazo lo ideal para Ucrania sería su reconstrucción,
desarrollo e incorporación a la Unión Europea. Infelizmente, las alternativas disponibles para el
gobierno de Kiev serían la prolongación indefinida de la guerra – semejante a lo observado en
Siria, Libia, Cachemira o la antigua Yugoslavia. En el caso de Moscú, es probable que su
“operación militar especial” se transforme a lo sumo en una victoria pírrica, en virtud de los
bajos beneficios alcanzados en el terreno, el empobrecimiento del país y su gradual aislamiento
de la comunidad internacional (Müller, 2022).
Finalmente, desde la perspectiva latinoamericana y caribeña, el precedente del ataque a Ucrania
refuerza la necesidad de impulsar una modernización de las fuerzas armadas – previa
subordinación de estas al poder civil –, bien como la urgencia de complementar los esfuerzos
orientados a constituir un concepto de seguridad cooperativa más amplio, confiable y duradero.
Al mismo tiempo, dando continuidad a una identidad internacional que se recusa a aceptar la
modificación de las fronteras por la vía de la conquista territorial o al uso de la fuerza en la
política regional, bien como a la influencia de la concepción republicana en la formulación e
implementación de la política externa, es necesario formar nuevos especialistas civiles en el
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El 22 de julio de 2022, representantes de los gobiernos de Moscú y Kiev, con el apoyo del gobierno
turco y del Secretario General de Naciones Unidas, llegaron a un acuerdo para garantizar el reinicio de
exportaciones de granos ucranianos, después de varios meses de bloqueo en el mar Negro (Glauber;
Laborde, 2022). Algunos analistas sugieren que la eventual renovación de ese acuerdo, previsto para
noviembre-diciembre de 2022, podría marcar un reinicio de las negociaciones entre las partes,
suspendidas después de la divulgación de crímenes de guerra por parte de las tropas rusas contra civiles
ucranianos en Bucha, Irpin, Hostomel, Izium, Lyman, Kupiansk y otras localidades. Nótese que el costo
de los fletes marítimos en esa región puede ser considerado como un indicador de las expectativas de los
actores en relación a la evolución del conflicto ruso-ucraniano (Saul; Cohn, 2022)
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