Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 136, diciembre 2022, pp. 7-31
ISSN 0326-7806 (edición impresa) - ISSN 1852-7213 (edición en línea)
exteriores de los principales actores latinoamericanos (Hershberg et al, 2014, p.12). Así,
tomaron fuerza las tendencias de regionalismo abierto y “giro a la derecha” en la región, siendo
el impeachment a Dilma Rousseff en Brasil, el triunfo de la oposición venezolana, el no al
referéndum boliviano y la llegada al poder de Mauricio Macri algunas de sus expresiones
(Campanella, 2020, p.66). De esta manera, numerosos análisis académicos y políticos advierten
una lectura negativa en el devenir de las relaciones internacionales sudamericanas a partir de
entonces, tanto en la proyección de la región a nivel global y sus procesos de integración, como
así también en lo que respecta a la profundización y densidad de los vínculos bilaterales entre
los países del sur del continente (Busso, 2016, p.126). Autores como Ceppi (2019), Lorenzini y
Pereyra Doval (2018), Natanson (2014), entre otros, abordan las diversas dinámicas de procesos
políticos que darían lugar al ascenso de esta “nueva derecha”.
En este marco, en abril de 2015–meses antes de las elecciones presidenciales que darían el
triunfo a Macri– se hizo público el documento “Reflexiones sobre los desafíos externos de la
Argentina: Seremos afuera lo que seamos dentro”, del autodenominado “Grupo Consenso”
(Morgenfeld, 2017, p.1). Este estaba integrado por referentes de la oposición al kirchnerismo
que planteaban cuáles serían los desafíos, en materia de política exterior, que debería asumir
quien sucediera a Cristina Fernández. En síntesis, se planteaba:
la necesidad de insertar adecuadamente a la Argentina en el mundo (…), ser un activo y
responsable actor global (…), partiendo de nuestra identidad occidental, como sociedad
que practica y defiende las instituciones republicanas, la división de poderes, la libertad
de expresión, los derechos humanos y las garantías individuales (…), consolidando los
valores de una sociedad abierta, moderna y respetuosa del ordenamiento internacional
(Grupo Consenso, 2015, p. 1).
Retomando a Morgenfeld (2017, p.2), había que volver a ser un país “normal” y “serio” como
venían sosteniendo mucho de los firmantes en los últimos años. Es decir, asumir la condición
periférica del país y evitar cuestionar el rol de gendarme global ejercido desde décadas por
Estados Unidos, con Europa y Japón como socios. Además, el documento del Grupo bregaba
por:
una adecuada convergencia entre el Mercosur atlántico y la promisoria Alianza del
Pacífico para acceder, con máxima capacidad negociadora, al centro económico
mundial que se está conformando en torno a la región Asia-Pacífico (…) En paralelo,
en ejercicio del multilateralismo que debe orientar nuestro accionar externo, trabajar
para fortalecer nuestras tradicionales relaciones con Europa y los Estados Unidos
(Grupo Consenso, 2015, p. 3).
En definitiva, parecían promover las ideas del Consenso de Washington de los años noventa, en
tanto la política exterior desplegada por el gobierno de Macri compartió varias de sus
premisas(Morgenfeld, 2017, p.2). Así y en palabras de Busso (2017, p.3), desde el inicio del
gobierno de Macri se privilegió la inserción occidental, lo que supone, entre otros factores, un
mayor relacionamiento con organismos multilaterales y de crédito y un estrechamiento de lazos
con los Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Asia, dejando poco lugar a los esquemas de
política exterior que desde 1983 priorizaron los vínculos y las estrategias de integración con la
región. En ese sentido, Simonoff (2016, p.44) señala que se dio un “giro de 180 grados” en los
vínculos con las potencias tradicionales –EEUU, Europa Occidental– y que apuntaba a esos
actores del poder mundial en una construcción más “occidentalista” o “globalista” que la
desarrollada por las administraciones Cristina Fernández. Así, se parte de una postura crítica
frente a la política exterior desarrollada por su predecesora, entendiendo que durante los
gobiernos anteriores el país se había aislado internacionalmente. Como señalan Tomás Listrani
Blanco y Carolina Zaccato (2018, p.168), se buscó reinsertar a Argentina en el mundo y
recomponer los vínculos que, bajo esta mirada, habían sido descuidados en los años
precedentes.
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